miércoles, 30 de noviembre de 2011

Solo cuando siento de verdad escribo sobre mi, sobre mi vida, dense cuenta que acá la mayoría de las cosas son sobre la vida en general, por lo que fui aprendiendo y lo que veo. Pero ahora particularmente voy a hablar sobre algo de lo que estuve equivocada durante casi mitad de mi vida, y de lo que bastantes lo están. La gente NO  cambia, recuerden eso siempre, el que piensa que sí pueden cambiar está equivocado repito, la gente no cambia, sino que uno no la conoce realmente. Por ejemplo, durante un año conocés  a una persona y al otro decís, che como cambió esa persona. No, lo que pasó fue que no la conocías.
"No sé que es mejor, si conocer realmente a una persona o no llegar a conocerla nunca."

sábado, 19 de noviembre de 2011


Una explosión de sangre, eso se imaginaba. Ella no había visto nunca una explosión, salvo en la tele, pero igual se imaginaba que lo que iba a suceder sería como una explosión de sangre. El cómplice le habia dicho que no, que se quedara tranquila. Él ya estaba acostumbrado. Le sonreía con un solo costado de la boca, algo dificíl si probaron, no vayan a creer. Pero no es lindo. Sonreía con un solo costado de la boca en actitud gestual que denotaba una verdadera austeridad de alegría.
 En realidad, él no tenía mucho de qué reírse. Ya había estado preso una vez y sabía que si volvían a agarrarlo la cosa ya no sería tan sencilla. Estaba jugado. Sentía que servía para eso nada más, para el delito. Era lo que daba buena platita, después de todo.
 Los dos, ella y él, estaban ahora a punto de cometer uno, el primero para ella, tan joven, pobrecita. Esperaban sabiendo que tenían a su víctima absolutamente bajo control. Esos momentos previos son muy duros. Ella temblaba un poco y, como estaban solos, él se inclinó levemente para hablarle en un tono bajito, si hasta pareció que iba a besarla pero no lo hizo, claro, él no era precisamente un tipo sensibe. Le hablaba al oído, como dando instrucciones. Ella movía la cabeza diciendo que sí, que sí, aunque estaba blanca como esta página y de sus ojos oscuros como el ébano se deslizaban unas silenciosas gotitas. El tiempo pasaba como siempre, ya se sabe como es el tiempo, pero ella tenía la sensación de que andaba lento y pesado como esos hipopotámos del zoológico con los que, con su novio, se habían reído tanto porque sí nomás. Era un gran contraste estar allí, ahora, con ese tipo que apenas conocía, esperando para matar y sin poder evitar que se le movieran traviesas en la mente las voces de aquella tarde en el zoológico junto a su novio.
 Tirale una galletita, dale, dale. Pero no, tontita, si los hipopótamos no comen galletitas, mira que cacho de animal, cómo va a comer galletitas. Pero tirale, dale, yo sé lo que te digo, prestame la caja, mirá, viste, qué te dije, mirá.
  Y la tarde desparramaba un sol generoso que hacía que el celeste fuera más celeste. Los chicos corrían por los caminitos del zoológico seguramente deseando tener cien ojos para no perderse nada y mil manos para lanzar galletitas que pegaban en la cola colorada de un mono o en el absurdo caparazón de una tortuga que, en una de ésas, vio pasar por allí a un abuelo nuestro cuando era chiquito y ahora ni siquiera sabe que el abuelo murió hace rato pero no vale la pena contárselo porque con un día como ése era una pavada poner triste a la tortuga o a cualquiera.
 Era un lindo día, si. Linda época. Porque había sol, pajaritos, brisas, todo por delante y se amaban, como dicen las novelas.
    - Decime que me amás
    - Y claro que te quiero
    - Que me querés no, tontito. Decime que me amás.
    - ¿Cómo en la tele?
    - Sí, como en la tele.
    - Ta bien. Te amo, corazón mío de mi vida, se me parte el alma en mil pedazos cuando pienso en ti, oh mi amor, mi pequeña, loca mía.
    - Sos un plomito.
    - ¿ Y por qué?
   -  Porque me estás cargando y lo que yo quiero es que me digas en serio que me amás porque nunca me lo dijiste con esas palabras. Nadie lo dice así. Nosotros somos diferentes, diferentes en todo, seguro. Prometeme que siempre va a ser así.
   - Y claro, qué decís. Te lo aseguro, no tengás miedo.
 No, no tengo, se oyó decir a sí misma, pero sí tenía. Aquella tarde del zoológico parecía un sueño de tan linda. Nada que ver con esa espera. Sí, tenía miedo. Ella nunca antes había matado y dentro de muy poco, unos minutos, iba a producirse lo que imaginaba como una explosión de sangre aunque su complice quisiera tranquilizarla. Él no parecía tan nervioso, aunque habia cierta tensión en el ambiente que cualquiera sensible hubiera percibido enseguida. Allí donde estaban nadie podría verlos pero ahora pensaba que no era eso lo importante, que casi daba igual si los veían o no porque lo que importaba era que ella tendria que vivir el resto de sus días con esa carga en su conciencia.
 No entendía cómo se había dejado convencer y comprendía que ya era tarde para volverse atrás.
    - Ya falta poco - dijo él, el cómpice, en voz baja y chistando apenitas como se hace para tranquilizar a un caballo nervioso.
    - ¿Cuánto? - preguntó ella, tensa.
    - Poco - dijo el delincuente sin agregar nada más.
 A una nena se le reventó un globo cerca de la jaula de los leones, esa tarde que ahora volvió a recordar. Más que una jaula es como una casa grandota, no sé si la vieron. La de los lenoes, digo. Con el reventón del globo ellos dos levantaron la vista al mismo tiempo y después él dijo algo que ella no entendió: los leones siempre tienen un buen lugar donde vivir.
   - ¿Por qué no nos casamos? Todo el mundo se casa.
   - Todo el mundo no. Todos los que tienen con qué - dijo él.
Ella se había quedado mirando a la nena que ahora lloraba cerrando los ojos y abriendo grande la boca, quieta, desconcertada, sin explicarse que la vida daba sopapos como matar a un globo derrepente. Me gustan los chicos, dijo ella. A mí también, dijo él y sonrió con toda la boca, con todas las ganas.
  - Vamos a tener un montón -  dijo ella desafiante.
  -  Todos machitos - dijo él, saboreando la idea de fútbol, mina, chupi. Y el sol aplaudía. O eso les pareció a ellos, al menos. Ella sacó una galletita con forma de elefante y la puso, golosa, casi sensualemnte, en su esponjosa boca.
 Tenía un gusto amargo ahora, con su cómplice que aparentaba serenidad y tener todo bajo control, ya estaba acostumbrado a eso. Pero ella no. Se sentía frágil. El paladar seco, los dientes como ajenos. Un sudor frío pero no refrescante brotándole en la frente. Matar, Dios mío, matar. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿ Por qué no salía corriendo de repente? Él, su cómplice, tal vez la detuviera. Aunque no, no creía, no se iba a atrever, ella sabía ya demasiado de él. ¿Qué pasaría cuando llegara el momento? ¿ Se atrevería o, en ese desicivo segundo, daría un salto y echaría a correr a cualquier parte? Hay cosas que no se pueden saber hasta vivirlas, pensó. Pero es que yo no quiero vivir esto, se dijo enseguida para sí misma. Y lo repitió en voz alta: yo no quiero vivir esto. Por primera vez el cómplice pareció ponerse realmente nervioso. Miró a un costado como temiendo que alguien más pudiera haber escuchado ese conato de arrepentimiento y luego la miró a ella con unos ojos que a la pobre le parecieron feroces pero eran solamente fríos como los de un reptil. Está bien, está bien , dijo ella con voz contenida arrepintiéndose de su arrepentimiento. Él se aflojó, aliviado. Volvió a acercarse más a ella con esa sonrisa prestada y le susurró una frase que la hizo estremecer, sonándole siniestra: vas a ver que todo va a ser muy rápido.

    - Cómo pasa el tiempo.. - Suspiró ella aquella tarde en el zoológico mientras miraba para el lado del sol que se metía despacito entre los edificios frente a Plaza Italia.
   - Sí que pasa.. - Dijo él soplándole a la nada con un gesto que se movía entre la resignación y la pena.
Salieron del zoológico y, tomados de la mano, cruzaron a la plaza sin dejar de decirse cosas en secreto, de reírse como chicos, de beberse la tarde a sorbos cortos y darse palmaditas jugetonas. 
 La abofeteó levemente, muy levemente. Ahora las palmaditas eran en la cara, despacio. El zoológico era solo el recuerdo al que se aferraba mientras su cómplice le preguntaba si estaba bien. Ella cerró los ojos con fuerza y dijo que sí. Cuando los abrió le pareció que su cómplice estaba ahora agazapado, pasándose la lengua por los labios que debía tener muy secos, como ella. Sin dudas el momento estaba cercano. Casi se la podía oler a la muerte. Iba a ocurrir una masacre y los dos lo sabían, lo que hacía que la tensión aumentara y que ninguno de ellos dijera nada mientras él, su cómplice, se movía sigiloso buscando algo. Iban a matar. Ella apretó los dientres sintiéndolos crujir. Éste es el momento, éste es el momento, se repitió con ansiedad y angustia. Todavía puedo dar un salto y correr. Pensó en su novio, que ni siquiera sabía que ella estaba allí. Tal vez me vaya, se dijo. Intentó mirar a su cómplice buscando un instante de duda para denter todo pero él estaba agazapado y ella, desde su posición, apenas le veía la calva, los hombros, parte del guardapolvo blanco. Ella seguía boca arriba, la esplada transpirada pegada a esa camilla, mientras su cómplice estaba exactamente entre sus piernas abiertas, con una cosa larga de metal en la mano, pidiéndole que se afloje, dispuesto a comenzar la matanza.
... Yo voto por la vida.
Recomiendo estos videos, no tienen ninguna imagen fea sino que son testimonios, dos puntos de vista totalmente distintos pero con UN mismo pensamiento. NO AL ABORTO

Figths

Cuando peleamos pareciera como si a la otra persona no la queremos. Seguro estás pensando que estoy loca o equivocada y que es al contrario, pero ojo, no te confundas, parecer y ser son dos cosas distintas. Y yo dije que  parece. Pensalo bien, cuando vos te peleas con alguien, tenés mucha bronca y, con qué te desquitas, con palabras. Claro, no le vas a decir cosas lindas, al contrario, buscamos esas palabras o cosas que sabemos que le va a doler y se las decimos para que sufra. Aunque queramos a esa persona, en el momento de discutir está claro que nos queremos más a nosotros y que vamos a decir cualquier cosa con tal de lastimar a la otra persona. Está en nuestra naturaleza y será algo inevitable, no traten de justificarse "porque él dijo algo peor o él tuvo la culpa" no importa, todos somos así pero no deja de ser menos doloroso.
Algunos dicen que las peleas son una excusa para reconciliarse.
Algunos dicen que los que se pelean se aman.
Algunos dicen que los que pelean con cualquier persona están enojados con la vida
Y así podría, seguir "algunos dicen que" pero el punto es de que peleamos por algo, y nunca sabemos realmente el por qué, después de reeplantearnos bien dudamos del por qué. "Tan enojada estaba? Tan malo fue lo que me hizo que lo traté así de mal? Que mal me siento, no deberia haber tratado así".

lunes, 7 de noviembre de 2011

Ese sentimiento

Sisi, ya sé, voy a volver a hablar de lo mismo.. Pero es porque ahora lo puedo confirmar y sigo pensando lo mismo (no voy a cambiar de ninguno de mis pensamientos, bueno basta no me quiero ir de tema) pero pienso distinto, bah, eso creo yo. Por qué odiaremos tanto estar solos, y no utilizo la palabra solteros porque hay personas que toman eso como que los solteros no sienten nada por alguna persona. Por qué odiaremos profundamente a las parejas, y con eso me refiero a dos parejas que se aman/quieren y están juntos. Por qué odiaremos ver o darnos cuenta que dos personas, de cualquier sexo, "se gustan" (para no decir una palabra tan fuerte como amar). Por qué odiaremos que llegue San Valentín cuando no tenemos a nadie al lado nuestro (siempre hablando con respecto a sentimientos de pareja). Por qué ansiamos tanto estar con alguien, o ni siquiera estar, sino ansiamos poder sentir algo por alguien, sin importar que a la otra persona le pase lo mismo (claro, así sería todo re lindo, pero con sentir algo estamos satisfechos), así calmamos nuestras ansias.
Necesitamos de aquel sentimiento constantemente; el sentimiento de querer la felicidad de la otra persona; el sentimiento de querer estar con la otra persona; el sentimiento de en vez de quedarse en casa toda la tarde del sábado tirado en el sillón haciendo zapping y comiendo Oreos con jugo solo, tal vez hacer eso mismo pero con una persona al lado; el sentimiento de en vez de estar los domingos con tu familia comiendo un asado y  hablando de fútbol, estar con la familia de ella/él y comer asado en su casa. Necesitamos el sentir celos por sus amigos, que al parecer son muy amigos; el sentir envidia por esa amiga/o que lo abraza todos los días porque van juntos al colegio; el sentir nervios porque te habla y no saber qué contestarle, o no saber vos si empezar la conversación o no; el empezar a atontarte por revivir cada conversación, revivís cada "hola" o cada coma que te puso; el odio de tus amigos y sus caras de frustación cuando empezas y no paras nunca de hablar sobre ella/él.
Por todo eso odiamos estar solos, por ese maldito sentimiento de no poder estar felices por uno mismo, sino que nuestra felicidad tiene que ser por ese alguien más que aparece, a veces buscándolo y otras veces solo. Y no lo entendemos, hay personas que nunca lo van a entender, pro suerte ahora yo lo entiendo y ya está. Basta de empezar a sentir por cualquier pibe que veo, mentira, que basta! Nunca nos tenemos que culpar por no parar de pensar en una persona, en ese amor de bondi que nunca más lo vas a volver a ver y decís mierda! Está perfecto enamorarte o que te guste cada día un pibe distinto (sentido figurado, claramente que si me gusta cada día un pibe diferente estoy en el horno), así yo, por lo menos, me siento viva. Sintiendo algo por alguien vivo mi vida, porque de eso se trata la vida no? de sentir y aquel que te diga que está mal o que te juzgue por todos los pibes/pibas que te gustaron en tu vida, ya sea tu larga vida o tu corta vida, merece una patada en el culo. Porque no tiene nada de malo que te hayan gustado todas esas personas o que haya sentido algo, porque así vos demostrás tener corazón, así demostrás que te interesa alguien más que vos, así demostrás que podés ser feliz con otra persona además de tus amigos y familia, así demostrás que alguna vez quisiste/querés lo mejor para el otro. Así demostrás que podes sentir.
A veces juzgamos tanto al otro, porque se enamora fácilmente, se desenamora muy rápido, pero realmente, juzgamos porque nos parece que está mal o porque tenemos envidia de que tengan a ese otro, que sientan/tengan ese sentimiento que a nosotros nos está faltando y que tanto necesitamos siempre?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Será que estoy celosa porque tienen otros amigos? Tengo miedo de perderlas? O será que realmente quiero que sean igual que yo? O mejor ahora que lo pienso, ingenuas como yo, pero ahora me doy cuenta que la única boluda (si, porque de buena ya me pasé) acá soy yo. Pensé que compartíamos todo, pero al parecer yo era la única que lo hacía, y es algo que lo sigo haciendo y que no lo voy a dejar hacer porque me gusta, pero al parecer esa es una diferencia que tenemos.
Me paso la vida esperando cosas de la otra persona, cosas que nunca van a llegar a ser, que nunca llegan. Sin embargo nunca me rindo. ¿Por qué lo hago? Es porque siento que en algún momento lo van a poder lograr o simplemente no puedo aceptar la idea de que no puedo vivir esperando cosas de la gente?
Tan egoísta soy al pensar y querer que me den un poco de bola? Así es como me siento, muy egoísta y no me gusta, pero siempre es sobre ellos, si yo pregunto algo con suerte consigo que me respondan con un monosílabo. Por eso es que a veces termino haciendo lo que yo pienso.
Que por qué la gente se enoja? Será porque la otra persona le importa y piensa que enojándose le va a prestar un poco más de bola, que así va a poder solucionar algo. Las peleas están para reconciliarse, para que después de que todo pase la relación sea más fuerte, no siempre sucede en todos los cosas. Por qué? Hicieron algo mal? Alguno de los dos tuvo la culpa?  Pedir perdón, es realmente tan difícil o solo nosotros creamos el gran drama de "PERDÓN", está mal pedir perdón? Qué es realmente el perdón? Ser pelotudo y perdonar a la otra persona, ser totalmente ingenuo y pensar que no va a volver a pasar, o simplemente aceptar el perdón significa ser lo suficientemente maduro y responsable como aceptar que todos cometemos errores y que siempre vamos a estar en el lugar de la otra persona y nos va a gustar que nos digan "perdón" o , te perdono. Y pedir perdón significa no una pérdida de dignidad, ni de querer que la otra piense que no lo vamos a volver a hacer, sino aceptar nuestros propios errores, aceptar que estuvimos mal y que realmente estamos arrepentidos. Porque creo yo, que en cualquier pelea o discusión o cualquier cosa que fue el motivo por el cual dos personas se enojaron, mínimamente el otro también tuvo la culpa. Si uno hizo algo por el cual yo me enojé, yo también tuve la culpa, hice algo para que el otro haga/diga eso que molestó. Se entiende o es muy confuso? Bueno no sé.... Esas cosas del perdón es muy complicado, como lo de demostrar.... Pasa algo tan extraño con los sentimientos, nos cuesta tanto decirle al otro que lo queremos, pero ojo, cuando se trata de decirles (o demostrarles) que no lo queremos, somos excelentes. Podemos causas daño tan fácilmente, así debería ser para demostrar cariño. Será porque somos masoquistas. Será porque no podemos querer estar bien. Será porque uno es como es. Será por una de esas cuestiones de la vida que no vamos a entender pero que existen.